Schumpeter y su camino al socialismo. (2)

A tal efecto la organización se enfoca en la producción masiva de bienes baratos con unos precios a la baja dada la competencia entre empresas por colocar su producción; a su vez, los problemas de suministro a las masas son continuamente solucionados. El resultado es una creciente y amplia prosperidad generalizada. Ahora bien, para mantener esta dirección y que el proceso no sea víctima del estancamiento hay que renovar el apetito por nuevas necesidades en el consumidor al tiempo que los métodos de producción, las fuentes de abastecimiento, nuevas aplicaciones técnicas, el transporte y aún la misma organización industrial: las antiguas formas han de ser sustituidas por nuevas, con discontinuidades inevitables pero incesantemente, atacando inevitablemente los cimientos mismos de las empresas competidoras, forzándolas por su parte a abordar su propia renovación, su propia reinvención para poder seguir compitiendo y con ello seguir existiendo.
Schumpeter concluye que el funcionamiento de esta máquina de innovación que es el capitalismo es la opción más racional y fructífera, que colma los deseos de los más «iluminados» prometedores del bienestar en este mundo, y que no existe elección posible basada en las ideas, los gustos o la moral por parte del pueblo que se constituye en una opción alternativa viable.
Y sin embargo nuestro autor da paso a otra tesis que no deja por ello de ser racional: los logros pasados no garantizan por sí mismos que el futuro pertenezca al capitalismo. La causa de ellos radica ya en el interior del propio sistema: una serie de fenómenos internos revelan un cambio de dirección.
«El mismo progreso puede mecanizarse tan bien como la gestión de una economía estacionaria, y esta mecanización del progreso puede afectar al sistema de empresa y a la sociedad capitalista…. Así pues el progreso económico tiende a despersonalizarse y automatizarse. El trabajo de oficina y de comisión tiene de a reemplazar la acción individual….Como a causa de sus propios logros la empresa capitalista tiende a automatizar el progreso, concluimos que tiende a volverse superflua, a saltar en pedazos bajo la presión de su propio éxito.» (p.248, 250,252). Con ello, la función del empresario capitalista desaparece y por ende su clase.

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